Rousseff o Neves: ¿Caminos enfrentados o mismos desafíos?
Fuera de todo pronóstico esperado, un nuevo actor se hizo paso en la primera vuelta de las presidenciales brasileñas. Aécio Neves, el candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) arrasó a la ecologista Marina Silva con prácticamente 34% de los votos el pasado domingo 5 de octubre. No tardó Silva en manifestar su amplio apoyo al senador y ex gobernador de Minas Gerais: "Le doy mi confianza a la sinceridad de los propósitos del candidato y de su partido, y entrego a la sociedad brasileña la tarea de exigir que sean cumplidos", aseveró la líder del Partido Socialista (PS).
Lo cierto es que el nieto del político Tancredo Neves es concebido por la sociedad civil como elitista asociándolo al liderazgo que tuvo el PSDB en el periodo 1995-2001 bajo la presidencia de Fernando Henrique Cardoso. Uno de sus mayores lemas es la eficiencia del Estado. Implicaría abrirse paso a una clara reducción del gasto público. Existe una fragante contradicción discursiva en boca del mismo Neves que pretende disminuir el déficit público manteniendo los actuales programas sociales.
La crítica hacia gobiernos como los de Lula y Rousseff encuentran su eje central en el parate económico traducido en estanflación. Esa combinación que nuestro mismo país padeció durante los 80 ha generado un desgaste en la credibilidad social hacia las instituciones políticas. Aún continúan siendo vidriera corriente las altas cifras de desigualdad y pobreza en Brasil.
La realidad estructural no está generando las condiciones necesarias para la atracción de inversión extranjera directa hacia el país. En este sentido, tanto Rousseff como Neves deben alejarse del simple escenario nacional y hasta cierto punto local y reduccionista, para abrirse paso hacia el genuino crecimiento que viene de la mano de la inserción global. La integración regional es la punta de lanza que abre un nuevo proceso y oportunidad a la vez, para que Brasil lidere el Cono Sur.
Es preciso dejar de lado la construcción simbólica de un relato cargado de facilismos y pasar a las acciones concretas. Los brasileros claman a gritos por un Estado presente en la solución de problemas cotidianos que van desde la desigualdad social, el desempleo, la precarización laboral hasta la inseguridad. Esta suerte de estafa moral, avasalla los derechos del electorado quien se torna en rehén de una fragante mentira pasando a su vez del estadio de ciudadano al de consumidor. El elector en tanto mercancía apetecible, se vende como tal, en un sistema de mercado que ha desnaturalizado las reglas de la política. Esa mercancía, a la vez objeto fetiche del sistema en que todos están cautivos, debe ser presentada lo "más decorosa" posible. Eso incluye mutar la imagen del candidato. ¿Cuál es el grado de legitimidad discursiva y propositiva de quien sostiene con palabras aquello que desde lo visual desnuda inconsistencia por ausencia de verdad discursiva? ¿Cuánto puede durar el momento de frágil encanto fingido? Un soplo subrepticio que equivale a la extensión del acto proselitista. Pero aquí no hay buenos ni malos. Como en todo pacto, se precisa del acuerdo de al menos dos partes.
El salto decisivo estará dado a partir del rol que cada candidato otorgue a la integración regional. Mientras Neves brega por una flexibilización del Mercosur al buscar la firma de acuerdos de libre comercio y el retorno hacia las relaciones con otras potencias eliminando en consonancia las nociones de diplomacia Sur-Sur; Rousseff, al contrario, apuesta hacia la consolidación y el fortalecimiento del rapporto gestado con los países de la región enfatizando su actuación en el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
El hombre propone y Dios dispone. Es un nuevo tiempo para Brasil. Esperemos que la ciudadanía esté a la altura de saber aprovecharlo.
Gretel Ledo
Analista Política Internacional
Máster RRII Europa – América Latina (Università di Bologna)
Abogada | Politóloga | Socióloga